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Brevorias | Libro vivo

En este espacio que llamo Brevorias, palabra compuesta por otras dos (breves historias) voy a compartir cosas que escribo. Algunas tienen muchos años en un cajón y otras son nuevas . Relato experiencias, recuerdos, vivencias. Realidad y ficción.

Brevorias es un libro vivo, crece cada día y podria llegar a ser infinito...

Espero que resulte agradable y serán bienvenidos los comentarios que quieran dejar.
🙌
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El hombre de barro 

Al atravesar el umbral del taller, el mundo exterior —con su apocalipsis de ruidos y bocinas
lejanas— se desvanece. Dentro, entre luces tenues que titilan y sombras danzantes, caballetes
torcidos y estanterías desvencijadas que crujen bajo el peso, el tiempo se detiene. Aquí nace la
abstracción, la inmersión creativa: ab intus. El aire vibra con energía, inspiración y un susurro de
incienso que se arremolina desde un rincón.
Berenice, la escultora, se mueve como un torbellino: del cuaderno a la alacena, de la pileta a la
mesa. Revuelve cajas con un roce seco, abre cajones que chirrían, toma utensilios con manos
inquietas. A veces, se detiene, atrapada por una ola interna, los ojos fijos en un punto invisible, el
cuerpo suspendido mientras el goteo de la pileta marca el silencio. De pronto, una corriente
invisible la arrastra de nuevo: amasa el barro con un sonido húmedo, presiona hasta que cruje,
desmenuza con dedos terrosos. Frunce el ceño, suspira, sonríe, canta una melodía suave, baila
entre salpicaduras, silba. El taller respira con ella, un espacio vivo que pulsa con su imaginación
desbordada.
El pastón de barro, frío y viscoso aguarda su turno. Con paciencia infinita, Berenice lo moldea,
sus manos dejando huellas en la arcilla húmeda, dándole vida a una figura humana de rasgos
masculinos. Lo nombra Karan y le habla, confesándole los avatares del día: a quién vio, a dónde
fue, a quién perdió, mientras el aroma a tierra mojada se mezcla con el incienso. Mientras sus
manos se ensucian, sus pensamientos filosofan, aclarando ideas en un diálogo silencioso. No
espera respuesta; está sumida en su mundo.
Día tras día, Karan toma forma. Berenice, acercándose con ternura, le susurra instrucciones:
—Serás amable, paciente, generoso y amoroso, Karan. Tus piernas musculosas te sostendrán
para andar y correr. Tus manos gentiles ofrecerán caricias suaves. Tu pecho fuerte guardará un
gran corazón que te proteja del mal.
Naciste de mis dedos, tus poros llevan mis huellas. ¡Eres mío! Cada minuto, cada hora que te di
es amor que ahora me devuelves. Si fueras real, bastaría una mirada a mis ojos para saberlo todo:
mi sonrisa, mis silencios te harían el hombre más feliz. Tú me conoces, amado, me has visto reír
y llorar, enloquecer de alegría. ¡Te he confiado secretos que nadie más sabrá! Al contemplarte
desde cada ángulo, te admiro, te adoro, mientras el crujido de la madera vieja acompaña mi
suspiro.
Berenice echa una ojeada al reloj y suspira:
—¡Es muy tarde! Hoy he terminado.

Limpia el taller, enjuaga sus manos dejando un rastro de barro en el fregadero, se quita la túnica y
lanza una última mirada nostálgica a Karan. Al cerrar la puerta, el silencio se espesa, roto solo
por el chasquido de una vela que se apaga. Entonces, una voz ronca y tenue rompe la quietud:
—También te admiro y adoro, Berenice de mi alma. Vuelve mañana, te ruego, que aquí yo te
espero.
Ali


Esta noche

Esta noche los árboles susurran en el parque
La luna resplandece
como queriendo develar el misterioso manto de la oscuridad
Ojos opalescentes parpadean entre los arbustos
El aroma de jazmín fluye en el aire tibio
Y el corazón solitario de un caminante
palpita por un romance lejano





















Ali | poemas nocturnos

La nube de la artista

el invierno es un buen lugar para guardar ideas
es mi nube cibernética con infinitos gigas de espacio virtual
allí estoy acumulando , reservando
mientras el frío empaña los vidrios de mi casa yo abrigo las semillas celosamente en mi memoria ram
y entonces tal vez florezcan la próxima primavera.
Ali 









BALNEARIO AGUAS DULCES

corredor de palafitos
perfume de azucenas
racimos de butiá

Caminando desde la bajada de Los Caracoles hasta la playa La Sirena
Enérgicas olas entregan su blanquísima espuma a la orilla, 
El agua caprichosa va empujando el festón de punzantes conchillas lilas y grisáceas
que van acomodándose como en un rompecabezas.
Una pomposa fragata portuguesa resiste el viento sobre la arena
Los chorlitos apurados buscan alimento picoteando aquí y allá
Un halcón en el aire, se hamaca sobre las dunas exhibiendo su majestuoso equilibrio
Y el tiempo se detiene cuando el miras al horizonte.
Ali 

Arrivals - Departures

Si llega el día en que dejas de confiar en la gente
Si caes en desamor
Si te sientes triste y deprimido
Ve al aeropuerto y párate a mirar los arribos
Mira cómo los que llegan buscan las caras conocidas entre la multitud que está del otro lado de la cinta
Observa cómo se emocionan cuando encuentran
Ve cómo pasan de la ansiedad a la alegría en un instante y estallan entre exclamaciones y sonrisas
Siente cómo se abrazan largamente y se besan y se vuelven a abrazar
Brillan los ojos, brotan las lágrimas
Sé testigo de esa felicidad
Y llévatela
Tu corazón contento dejará ir en departures aquello que lo abatía
Ali 

Septiembre al sur

Llegó septiembre
Quiero ir al Rosedal del Prado al amanecer
para aspirar los aromas de las rosas Banksiae
y caminar entre las pérgolas y cúpulas Art Nouveau

A mediodía visitaré la foto galería
para llenarme los ojos de historia, arte y asombro

Luego, a la hora del té
me voy al Jardín Japonés 
a escuchar el murmullo del samovar
recorriendo el sansui 
viendo a las carpas saltar
sintiendo la delicada suavidad de las orquídeas

Y al caer el sol
retornaré por las serpenteantes y alargadas sendas
del jardín botánico
siguiendo las huellas de los enamorados que se reúnen
junto a la escultura de Cammilli
dejando el corazón por el camino de las pindó
Ali 

¡Volvieron las golondrinas!

Suspendidas en el aire despliegan sus alas bien estiradas
Como queriendo abarcar más cielo
Se dejan ondear por el viento luciendo su manto negriazul, brillante tornasol
¡Andan felices las andarinas andariegas!
Son el símbolo de la temporada estival de Este Norte OEste Sur


Nota: Este Norte OEste Sur en esta expresión nombro los cuatro puntos cardinales (Este, Norte, Oeste, Sur) refiriéndome a la particularidad migratoria de las aves y a su vez citando los dos puntos cardinales (este Norte ó este Sur) que el maestro Joaquín Torres García aludía en su “Escuela del Sur:

"He dicho Escuela del Sur; porque en realidad, nuestro norte es el Sur. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur.
Joaquín Torres García. Universalismo Constructivo 1941
Ali. octubre, 2016


Madurez

Te das cuenta de que has madurado cuando la lujuria se convierte en un capítulo olvidado, una página que ya no te define.

Has madurado cuando tu único deseo es regresar al hogar para encontrar la paz, el silencio y la quietud. No te preocupa estar "en línea"; no necesitas la validación digital para sentirte plena. Ya no buscas atraer miradas en la calle para saber que eres bella. Tu belleza reside en tu esencia, a cara lavada, sin la necesidad de disfraces ni de la ropa de última moda.

La soledad ha dejado de ser un fantasma para convertirse en un regalo. No te sientes sola, porque estás contigo misma y lo disfrutas. Aprovechas ese tiempo para escuchar la sabiduría de tu cuerpo, para darte un capricho o para simplemente ser. Te detienes a admirar los atardeceres y a aspirar el aroma de la naturaleza, porque sabes que la vida está en los pequeños detalles.

Acaricias las flores, escuchas la música con el alma y cantas. Cantas en honor a la vida que te ha traído hasta aquí. Te sientes afortunada y agradeces. Te sientes feliz.
Ali 




Oda nocturna

¡Qué bella es la noche!
con sus estrellas 
y aun sin ellas
¡Qué bella es la luna!
redonda o rebanada
la oscuridad y la nada
canción y cuna.
Ali

A Tigriña 🐈

Aún eres infante gatita hermosa

A tus jóvenes cinco meses, los días son jugar,  comer, correr, dormir.

Espero que ya no recuerdes aquella horrible tarde en la que te encontraron

Temblando de frío y miedo

Abandonada en un cantero de balneario

Ojalá se haya borrado de tu memoria ese sentimiento de soledad y desamor.

Me acongoja el sólo hecho de imaginarte allí tan frágil.

Ya estás aquí, dulce amada

Ya eres dueña de la casa 

Aunque aún sigues investigando cada rincón y siempre encuentras algo nuevo que olfatear.


💗 Ali. Junio 2016


Mercado de Mil Amores

Dos veces por semana, con la puntualidad de un rito, una pareja de enamorados camina por la senda del Mercado del Puerto. No hay prisa en su andar, solo una calma risueña y el murmullo de sus secretos.

Se detienen en su rincón sagrado, se abrazan y se besan con una intensidad que detiene el tiempo. Es un adiós y un reencuentro en un mismo instante.

Luego, tomando caminos opuestos, se despiden. Pero no se van vacíos: cada uno lleva consigo un fragmento del otro, una promesa de su singular romance. Se desvanecen en la ciudad, anhelando el próximo encuentro, el momento en que se volverán a fusionar en la senda del mercado.
Ali 




Canto rodado 

Podría pasar horas mirando la variedad de piedras con canto rodado que tapizan la playa de Bella Vista. Pasaría hora tras hora observándolas, caminándolas , oyéndolas quejarse de cada ola que las empuja. Ellas hablan con voz de mar, inventan formas y colores segundo a segundo, apareciendo apuradas como espejismos encantados de luces y sombras. Intentan atraer la atención constantemente en una caprichosa y secreta sociedad con el sol.
Hasta la vista, bella playa Bella Vista
Ali 



El Jardín Real

En un rincón de mi mundo onírico, volví a la casa de mi tía. No era la casa radiante de mi

infancia, sino una versión del presente: paredes grises, ventanas opacas por el abandono, un eco

silencioso de lo que fue. Comencé mi recorrido en la sala que siempre me fascinó, donde una

mesa de mármol sostenía un antiguo macetero de porcelana rebosante de helechos, sus hojas

susurrando como secretos olvidados.

Crucé un patio que no recordaba —o que quizá nunca existió— y un gato flaco, blanco con

manchas doradas, se deslizó entre mis pies. Su pelaje, sucio y desgreñado, hablaba de días duros.

Me miró con ojos ámbar, dejó que lo acariciara un instante y luego me siguió, sigiloso, hacia el

patio trasero. Allí, el aire cargaba el perfume dulce de las hortensias, sus pétalos lila brillando bajo

el sol, como en los días de mi infancia.

De niña, jugaba en ese patio con mi colección de frasquitos de antiguos remedios medicinales,

-ya vacíos- imaginando que atrapaban el fulgor de las hortensias o el destello de las nubes. Mi tía,

siempre un poco celosa de su jardín, regaba cada planta con un cuidado casi reverente, pero sus

ojos se suavizaban al verme correr entre las flores. No le gustaba que yo revolviera los trastes

viejos —esos objetos olvidados que para mí eran tesoros ocultos, como botones perdidos o

cestos deshilachados—, y a menudo me regañaba con un tono fingido de severidad: "¡No

revuelvas todo, chiquilla!". Pero en el fondo, adoraba mi curiosidad insaciable, esa chispa que la

hacía sonreír en secreto mientras fingía ordenar el caos que yo creaba. Yo caminaba en puntas de

pie, acechando a los gatos de angora que se escabullían entre las hiedras enredadas, rápidos como

el mismísimo gato de Cheshire. Me sentaba durante horas, soñando que aquel era un jardín real,

un reino donde damas con enaguas de encaje paseaban bajo sombrillas, sosteniendo tazas de té

con gestos delicados. Musas del Olimpo, tal vez, nacidas de mi imaginación infantil.

De pronto, sentí un calor suave en mi regazo. El gato blanco, ya no sucio sino resplandeciente

como espuma de algodón, dormitaba ovillado contra mí. Su ronroneo vibraba como un latido, y

al acariciarlo, su pelaje se sentía como un susurro de seda. En ese instante, el jardín cobró vida:

las hortensias brillaban más intensas, el aire llevaba un canto lejano de pájaros, y la casa de mi tía

parecía sonreírme, como si nunca hubiera envejecido.

Desperté con una felicidad tranquila, abrazando el recuerdo de ese lugar que supe amar. No era

solo un sueño; era un puente a la niña que jugaba entre hortensias, a las tardes con mi tía, a un

tiempo que aún vive en mí. Cerré los ojos, deseando volver.

Ali 




Extra corpóreo

La tarde ardía a casi 40o C, y mi estómago, revuelto por la fiesta de anoche, no había probado
bocado. Caminaba desde el trabajo hacia casa cuando un mareo me detuvo en una parada de
autobús. El asfalto exhalaba un calor que parecía envolverme como una mano invisible. Me senté
en el banco, pero el mundo comenzó a girar. Un cosquilleo eléctrico reptaba bajo mi piel, y mis
piernas, pesadas como cemento, se negaban a obedecerme. El zumbido de la ciudad se apagó,
reemplazado por un silencio que no era silencio, sino un vacío que absorbía todo.
Entonces, un torbellino turbio, gris como humo de incienso quemado, brotó de mi cabeza. Mi
ser se desprendió, un vapor liviano que flotaba a treinta centímetros sobre mi cuerpo inmóvil.
Me vi: pálida, con los labios entreabiertos en un grito mudo, el sudor frío perlándome la frente
como gotas de rocío en una tumba. No veía con ojos, sino a través del aire, un velo translúcido
que revelaba grietas en la realidad. La parada de autobús se extendía en sombras alargadas, y en el
banco de al lado, un reloj olvidado marcaba las horas al revés. ¿Era real, o un eco de mi mente
fracturada? Mi cerebro no pensaba; era el vacío quien susurraba: ¿Y si este vapor soy yo de verdad, y el
cuerpo abajo es solo una cáscara?
Un tirón invisible me succionaba hacia arriba, hacia un abismo donde los colores se disolvían en
pulsos violetas, como venas de un cielo invertido. Voces lejanas, no mías, murmuraban secretos
que no podía descifrar. Luché, no con músculos, sino con una voluntad etérea, aferrándome a
hilos invisibles que me unían al cuerpo. El zumbido se intensificó, un coro que vibraba en los
bordes de mi existencia. ¿Cuánto tiempo estuve así? Segundos, o eternidades.
El rugido de un autobús rompió el trance. Con un esfuerzo que me desgarró el alma, me hundí
de vuelta en la carne, chocando con mi cuerpo como un pájaro herido contra una ventana. Subí
al autobús, tambaleante. El conductor me miró, ceño fruncido. “¿Está bien, señorita?” No
respondí; mi lengua seguía atrapada en el vacío. Pagué el boleto y me dejé caer en un asiento.
Respiré hondo, empujando el aire hacia el ombligo, exhalando despacio para contener las
lágrimas.
Todo ocurrió en quince minutos, pero me parecieron horas. Bajé del autobús lentamente,
pisando nubes de algodón hasta mi departamento. El calor se había desvanecido; ahora estaba
helada, rígida como un cadáver. En el ascensor, el espejo me devolvió un reflejo que parpadeó:
no del todo sólida, con un velo turbio danzando en los bordes. ¿Hice un viaje astral, o el astral
me hizo a mí? El zumbido persistía, un susurro que borraba las líneas entre carne y vacío. Toqué
el vidrio, y el mundo se inclinó un instante, como si el vapor aún flotara cerca. Desde aquel día,
dudo: ¿estoy viva en este cuerpo, o soy el observador que nunca regresó del todo? El misterio se
ha instalado en mí, un huésped silencioso, cambiando todo sin cambiar nada
.
Ali. 24 de diciembre de 2013

Lolamora

Dolores Mora Vega fue una importante escultora argentina
Cuando tenía cuarenta años de edad contrajo matrimonio con un hombre veinte años menor que ella... En la ceremonia el único representante de la familia del novio fue el padrino. Pues no les agradaba la idea de ver a su hijo casado con una mujer que podría ser su madre. ËL la abandonó cinco años más tarde.
Un extendido rumor le atribuyó a Lolamora una relación amorosa con un expresidente Otros rumores aseguraron que era bisexual y que se casó para restarles veracidad,
Esto demuestra cuán tóxico puede ser la incomprensión del amor de parte del entorno que nos rodea. La hostilidad familiar…
Si ellos se amaban al punto de casarse ¿por qué la familia los censuró?
¿Qué de malo había en que ella fuera realmente bisexual?
No significa que estando casada con él fuera a engañarlo con una mujer. O tal vez a él no le molestara que ella se relacionara con otra mujer, quizás aspiraban a ser tres...
¿Dónde está el error si se trata de amar? la sociedad juzga y condena Por ese motivo es que fracasan muchos amores sin siquiera intentarlo. Se dejan devastar por la crítica sin antes experimentar si funciona o no
Mujer joven: ¿estarías dispuesta a dejar tu juventud al lado de un hombre que, por la diferencia de edad, podría ser tu padre o tu abuelo si él te diera todo? Hombre joven: ¿renunciarías al derecho de hacer tu vida con otra mujer joven como tú, y de empezar tu propia familia con una que te lleve muchos años pero que te haga feliz?
Se hace difícil que la persona mayor pueda compartir cosas que agraden a la menor, y el acomodo propio de la madurez comienza a molestar. Pero una cosa es segura. Ya no hay lugar para preconceptos cuando se trata de amor y de pareja. Los estereotipos se están perdiendo y cada vez la gente se permite buscar la felicidad usando como indicador sus propios parámetros y no los impuestos por los demás
La edad cronológica solo es un ‘número’, no tiene nada que ver con los sentimientos ni con el corazón. ¿Acaso al corazón le salen arrugas?

RV la cobardía me impidió intentarlo

Morir con el sol

Hoy al despertar tuve una certeza: moriré con el sol
Así como el sol se entrega y lentamente se apaga, se apagará mi luz
Así como el sol se funde en el horizonte, mi alma se rendirá
Así como él traspasa la línea para dar luz a otro hemisferio,
mi cuerpo etéreo llegará a otra dimensión
Sólo deseo que mis propios pies me lleven hacia él cuando llegue la hora
Para morir con el sol
Ali 

foto del atardecer tomada de mi ventana.
Diciembre 26 , 2013


Triste y Desierto

canto I
Triste y desierto domingo
Mi desierto más añorado es el dorado extenso del balneario Aguas Dulces
Con ese vértigo azul del océano
Inquieto y salado aliento del viento
Que lustra mi pelo

canto II
Cierro un momento los ojos
Y me imagino parada allí frente al mar
Sintiendo mis pies hundiéndose en la arena fresca
Con la mirada fija en el horizonte
Y el espíritu elevado al cielo
Abrazando al sol

canto III
Triste y desierto domingo en Montevideo
¿Dónde está la gente?
Dónde están los ángeles que me han dejado tan sola
Caminando por estas calles gastadas
Con las manos en los bolsillos y el corazón latiendo vago

Ali, 1999

Cuaderno viejo

Revolviendo en unas cajas encontré un viejo cuaderno, y en la ultima hoja algo que escribí en agosto de 1998:
<Dejo que los días me lleguen, transcurran y se vayan sin perseguir las horas.
Tengo la memoria corta… pregúntame lo que me aconteció hoy , lo de ayer ya no lo recuerdo .
Sólo te puedo contar anécdotas, historias, vivencias, sin fechas ó edades exactas.
No quieras hallar la causa de mis acciones porque ni yo sé cuales son.
Valoro los efectos y los afectos, pues para mi son lo más importante.>
Ali 

ISBN: 978-9915-43-450-6



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